A un amigo deprimido

recuerdo a ese amigo
que está deprimido
porque, siendo millonario,
no logra convertirse en
multimillonario.
Detrás de su depresión está,
naturalmente,
el desprecio a sí mismo
por no haber llegado a la cúspide
de una escalera que no conduce a
ninguna parte.
¿Qué puede hacer el que está arriba
que no pueda hacer el que está abajo,
excepto agregar unos cuantos ceros
a la derecha de un talón de su cuenta
corriente?
Comprendo que mi amigo esté deprimido,
pero no por lo que lo está,
sino por haberse transformado en un
billete de banco,
desde el que su rostro nos mira
con la expresión adusta
de quien solo ha nacido para ser cifra.

Solo los dioses nunca duermen, de José Elgarresta. Ediciones
Vitruvio, número 534 de la Colección Baños del Carmen

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